¿Por qué celebrar la día de la mujer?, Me preguntaba cuando era niño. En el colegio era obligatorio llevar flores y regalos, y respetar y cuidar a las niñas ese día. Parecía ser un día especial, en el que los hombres asumimos un papel delicado y reconocimos la labor -muchas veces invisible- de las mujeres. Pero como todo festejo, acaba y después, todo volvía a la normalidad, una normalidad donde te criticaban por ser delicado o cuando a alguien querían hacerlo sentir mal le decían «tan nena».
Me enteré, más grande, que se conmemoraba la muerte de cientos de mujeres que en una huelga exigiendo sus derechos, murieron quemadas, lo cual me desencantó por completo del 8 de marzo. Tiempo después, le pregunté a compañeras de la universidad si sabían la trágica historia detrás de la fecha, y me sorprendió ver sus caras de sorpresa ante el dato, además de una desazón que me hacía sentir como un aguafiestas.
Parecía que el deber ser del hombre ese día era dar flores, chocolates o halagos, en vez de recordar por qué estábamos allí, «celebrando» algo que merecía más un silencio que un evento pomposo! No creo que estemos obligados a dar flores ni rosas hoy, creo que mejor sería reflexionar sobre las maneras en que el femenino sufre violencias y atropellos en un contexto global en el que seguimos admirando el logro, la competencia o la fuerza. Y ojo, no sólo hablo de la mujer, sino del femenino, que es más amplio que el género!
Es más, si vamos a celebrar celebremos el femenino que también está presente en mi, como hombre, y que ha sostenido, cuidado y alimentado al femenino de otros (consultantes, amigas y amigos, parejas). Y cuando hablo de femenino no quiero solo hablar de ese femenino matriarcal, fuerte y duro, sino de la suavidad, el cariño, la dulzura que hemos negado a nosotros mismos, hombres y mujeres por igual.
Hoy, además de conmemorar una matanza en la que se calló la voz de cientos de agentes de dignidad, podemos también ver qué tanto nos amordazados a nosotros mismos ese poder femenino de acariciar, cuidar y endulzar la vida, por andar pretendiendo ser fuertes, independientes y no necesitar de nadie. Por el contrario, cuando hablamos de poder femenino, hablamos de intimidad, de vínculos, de profundidad y sensibilidad. ¿Estamos dispuestos a ello, todos? Ese poder femenino es el que vale la pena honrar hoy día, en una sociedad tan limitada de afecto y de amor. Feliz día del femenino! A todos los que cuidamos y le damos un lugar cotidiano a ese poder.