Feliz día de las madres – les compartimos esta reflexión de nuestra egresada Zully Jacome. HERMOSA EXPERIENCIA
Ser mamá! y ser una buena mamá, creativa, consciente y espiritual. Es una tarea maravillosa, a la cual se le dedica tiempo, se compromete la mente, el espíritu y la voluntad; y así ha sido y sigue siendo.
Hace unos años, enviudé, y yo no estaba preparada para ser mamá-papá, eso me asustaba mucho, yo decía: es labor de dos, cómo voy a hacerlo sola.
No obstante la vida me enfrentó a eso, quedé sin compañero para educar a mi hijo, cuando en mi imaginario estaba “claro” que de los dos, el padre tenía toda la preparación académica, desde su profesión, su especialización y su experiencia de vida.
En medio de tanta tristeza mi hijo se convirtió en mi motor de vida, y aunque tenía claro que no podía decir: “eres el motivo de mi existencia” su presencia y su necesidad me llenó de fuerza para continuar.
Es un reto difícil para quien está inmerso en la tarea, visto desde afuera parece fácil, un hijo sano física y mentalmente sale adelante. Sin embargo, contener, estimular, frenar, tener el equilibrio de la firmeza y el amor, no me ha parecido sencillo. Trato de hacer siempre lo mejor que puedo, de ser impecable con mis palabras, hablando desde el estímulo no desde la sanción.
En el diario caminar de madre e hijo, yo hago mías las palabras de Gonzalo Gallo: “yo quisiera una vida sin tropiezos, no obstante, gracias a ellos es que puedo soltar cargas y avanzar en mi evolución.” El proceso de educar requiere paciencia, luz y amor.
Hoy mi hijo es mayor de edad, aún tengo dudas, qué necesita? ¿me convierto en su amiga incondicional o una mamá razonadora y un ente de control? Pido guía divina para aclarar confusiones de mi hijo y darle lo que necesita.
Tener un hijo es dar más allá de ti, es soñar tus sueños y los de otro ser, es nutrir y cuidar sin coaccionar ni reducir. Tener un hijo es a la vez el mayor reto y la mayor bendición que he conocido.
Gracias a la vida que me hizo madre.