Los seres humanos nos hacemos humanos a través de la educación. Es a través de nuestras interacciones y relaciones que construimos nuestras ideas sobre el bien y el mal, sobre lo que es valioso y lo que no, sobre la naturaleza y el propósito de la vida. Eso, y algunos conocimientos técnicos es lo que aprendemos. Aunque la escuela intenta institucionalizarla, la educación es un proceso mucho más amplio e inacabado.
Siempre estamos siendo educados y siempre estamos aprendiendo: aprendemos de nuestros políticos el uso del poder, y de nuestros padres como se aman un hombre y una mujer, de nuestros amigos lo que es divertido y esencial, y de nuestros compañeros de trabajo como transformar intencionadamente la materia. Aprendemos todo el tiempo. La televisión nos enseña sobre belleza y mundos posibles y deseables, los habitantes de calle sobre pobreza e injusticia. Y así sucede todo el tiempo. Y los mensajes no son los mismos y lo que entendemos de la cantidad de información que estamos recibiendo también cambia persona a persona.A veces nuestros conocimientos versan sobre la serie de temporada, el estado civil de nuestro artista preferido o sobre el restaurante más cercano a su casa, incluyen que calle es más segura y datos especializados de su área de trabajo – la medida exacta del tornillo de la lavadora x-261-9, el código html para programar o el artículo que rige el traslado de material inflamable entre países. Asumir nuestra naturaleza de aprendices, de organismo que continuamente integra información a múltiples niveles, implica hacerse responsable de la propia educación: seleccionar contenidos mentales y estímulos interrelacionales, observar a que retos me veo enfrentado y que conocimientos necesito integrar para lograr mis sueños y satisfacer mis necesidades.Asumir que podemos aprender y elegir nuestra educación significa abrir mundo, ampliar las posibilidades de impacto de nuestras acciones, desarrollar nuestras capacidades y con ello mejorar nuestra calidad de vida. Asumir que la educación es lo que nos damos a nosotros mismos es ganar consciencia y por lo tanto poder; al alimentar y atestiguar el surgimiento el crecimiento, el devenir de talentos, habilidades, miedos y preguntas. en otros y en mí. Educarnos a nosotros mismos es reconocer y honrar nuestra naturaleza sensible, curiosa, reflexiva y creadora.
